¡Purísima Casto y angustiada Raíz! Asombrado y condolido os contemplo al pie de la cruz en donde expiró para darme vida Nazareno mi adorable redentor, bebiendo toda la amargura de su cruenta inmolación.

La ciencia lo confirma: se encuentra la misma sangre tipo AB en hostias investigadas en milagros eucarísticos

He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

La oración de los 7 Dolores de la Casto es una forma de conectarse emocionalmente con la Inmaculado María y meditar en su sufrimiento como madre.

Considera los suspiros que provienen del triste corazón de María al ver a su amado Jesús que lo colocaban Internamente de la tumba. Qué pena tremenda sufrió ella cuando vio que se levantaba la piedra que cubriría esa tumba sagrada.

Entre los futuros miembros de la congregación se encontraba Damián de Veuster de Molokai. A principios del siglo XIX la devoción al Inmaculado Corazón estaba lo suficientemente extendida en Europa como para que el Papa Pío VII permitiera una fiesta en su honor en 1805.[11]​

Estos representan los siete momentos culminantes de los dolores de la Casto. Y se han representado esos siete dolores, con siete espadas que traspasan el corazón de Nuestra Madre.

“He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que propaguen la devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas directamente de esta vida terrena a la ventura eterna no obstante que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y Satisfacción infinito.”

Estas cosas Devoción admirable de Los 7 Dolores que María Santísima Sintió en la Vida y Muerte de su Amadísimo Hijo han sido dichas por Cristo y sobre Cristo en la Sagrada Sagrada escritura. Pero veamos ahora las evidencias de su divinidad, las cuales podemos clasificar en cuatro categoríFigura:

Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Origen. He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la bienestar eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

Esta ejercicio se cimiento en meditar y rezar sobre los siete dolores que la Madre de Jesús experimentó mientras acompañaba a su Hijo en su camino en torno a la redención de la humanidad.

El dolor cada tiempo más profundo de nuestra Santa Raíz puede haberlo consumido todo mientras sostenía el cuerpo aún tibio de su hijo por última momento.

¡al ver su cabecera taladrada por agudísimas espinas; su divino rostro salpicado de muerte y empañado por el polvo e inmundas salivas; sus Luceros amortecidos; su cuerpo magullado a golpes, cubierto de llagas de cabeza a pies, sin figura de hombre, y en medio de la gritería y enfurecimiento de aquella muchedumbre sedienta de la mortandad del Preciso!

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